Semana dura y llena de sentimientos encontrados, recuerdos que vienen a mi memoria y que dejan gusto a maldad. Hoy por hoy, mantengo una pena inconmesurable, con una presión en mi pecho que no deja sacar la emoción. Es algo que me mantiene inquieto, sin ánimo de seguir adelante y solo de mantenerme a medios claros, asumido en la desolación.
No es fácil, cuando los cimientos se hunden en un suelo fangoso, que inevitablemente fatiga todo lo que con esfuerzo haz levantado, la razón de existir se hace dura, implacable y hasta el punto de una rigidez absoluta. Aún así y en estas codiciones hay una pequeña y fugitiva luz de esperanza a todos mis males.
Esto retrata una vil y corriente carta de suicidio, de esas que no explican las reales razones del porqué lo hiciste. Me duele el pecho, mis manos sudan y la idea de una partida se hacen abismantes. Por otro lado, la razón gana a la emoción, como el chillido de un ratón, que dice incesantemente que debes seguir luchando por algo que aún ni existe.
Escucho y me embriago melodiosamente con "A Letter To Elise" de los Cure, la melancolía llega a toneladas, las ganas de partir y desaparecer en forma definitiva, con esa imagen negativa de que solo recibirás una rosa el primer año cuando ya estés sepultado. ¿Alma mía que está pasando por tí?, porqué tienes esos impulsos locos adolescentes que te hacen ser impulsiva, ¿Que no miras más allá de tu ombligo?, ¿Que nubla tu mirada? y ¿Porqué la hace opaca?, sin vida.
Muchas veces te revelas, reniegas de la labor de "Dios", quien muchas otras veces abandona y te deja a la deriva, desorientandote y que te hace llamar a la muerte, tentándola, amenazante, viva y voraz. Culpas al mundo de tu pesar, de tu frustración y de lo que jamás haz podido lograr, mermandote, haciéndote pequeño, frágil y muy débil.
No he podido mejorar las circunstancias, no he podido jamás explotar en júbilo, Será que estoy destinado a pagar los "Karmas" que son tan profundos que la única forma de redención es en base a ese camino lleno de obstáculos. Mi vida, mi experiencia y mis palabras pueden significar nada en estos momentos de solo aflicción.
Pues escribo esta carta, llena de sentimientos encontrados, de recuerdos que vienen y van, de saber una vez por todas perdonar lo imperdonable, de redimir el dolor, erradicarlo, pues, las fuerzas se agotan rápidamente y desesperadamente pido auxilio para alivianar el dolor gigantezco que me envuelve y que simplemente no me deja avanzar.
Decir a viva voz, adiós vida mía, es una cuestión de tiempo, no sé si seré capaz o que por fin recapacitaré antes de que sea muy tarde o la última decisión de redimirlo con esos 5 segundos antes que mi alma se deje de torturar.
Decir a viva voz, adiós vida mía, es una cuestión de tiempo, no sé si seré capaz o que por fin recapacitaré antes de que sea muy tarde o la última decisión de redimirlo con esos 5 segundos antes que mi alma se deje de torturar.
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