jueves, 7 de julio de 2011

Mis Propios Demonios


Desde el domingo pasado que mis pasos han sido reformulados constantemente, el precio por la fortaleza ha sido impuesto, es costoso y de auto-ayuda mínima. La palabra "Enfermedad" marca mi espalda con una gran cruz que cargar, pues todos cargamos con una.

He comprendido que no puedo pedir, no puedo aspirar a desear, solo debo callar, asumir y bajar la cabeza. Quizás he recibido migajas, pero, ¿Quién no las ha recibido?, ¿Acaso yo he entregado demasiado, para merecer más?. Pues creo que soy merecedor de lo que yo mismo he dado, muchas veces erróneamente doy a quién no lo amerita... Muchos ven cosas positivas en mi, pero, yo no las veo, ¿Estaré tan ciego, a pesar de lograr ver más allá de mi propia nariz?, pues, han habido personas incondicionales, que están como "Campana de fundo" constantemente recordándomelo.

Prefiero de ahora en adelante callar, no pedir, no tener expectativas, no sufrir más de la cuenta; Toda esta bola de nieve se ha detonado al ver a mi madre enferma, he visto que sus ojos están agotados, se notan con preocupación, con dolor, pena y mucho miedo, pero, ¿Quién no lo ha tenido?.

Esta es mi 4ta. noche de desvelo, de reflexionar obsesivamente, ya no pienso en que debo mejorar, sino en que compás de luz deberé de aferrarme. Creo que mi auto crítica es fulminante, categórica, implacable y cruda, es un demonio creado por mi que es abominable, del cual temo extremadamente, que abre yagas profundas en mi disfuncional corazón.

No sé si soy un buen hombre, dudo mucho en estos momentos, la maldita "Enfermedad" me llega al cuello, me asfixia, me tortura, me hace sentir vulnerable, impotente ante la adversidad, me hace caer en un vicio de auto compasión, me impulsa alejarme de quienes quiero, de quién amo y el silencio es mi cómplice.

Veo un horizonte desdibujado, que llama a que nada es casualidad, que aquél camino en espiral solo me conduce de regreso al mismo punto de partida. Las mismas historias, una y otra vez, los mismos perfiles, las casi mismas situaciones, quiero dejarlo todo desesperadamente, para volver a empezar.

La melancolía hace su trabajo, me hice adicto a ella hace muchos años, no puedo ahora retroceder, soy un montón de papel picado, que se va de un lado a otro con la brisa. Mis propios demonios ahora están atormentándome, están al mando y temo no tener respuesta de cual será mi final.

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